Es normal que surjan dudas a la hora de empezar un proceso de terapia. Voy a intentar recopilar algunas de las que habitualmente suelen llegarme y que pueda responder de forma genérica para que tengas toda la información que necesites respecto a cómo trabajo.
«¿Cada cuánto y durante cuánto tiempo voy a tener que ir a terapia para estar mejor?»
Esta es una pregunta muy frecuente y de difícil respuesta: depende. A veces acudimos a terapia para algo puntual en lo que necesitamos asesoramiento y en unas pocas sesiones podemos aclararlo, y otras veces vamos con intención de que nos acompañen durante una época difícil y puede extenderse más en el tiempo.
En este sentido, sí que hay algunas cosas que puedo aclarar: al inicio, es cierto que prefiero plantearle a la persona vernos semanalmente al menos 3-4 sesiones para poder valorar la situación que trae a consulta y empezar a conocernos. Pero desde ahí, normalmente pactamos con qué frecuencia nos veremos: hay quien prefiere que nos veamos semanalmente, quincenalmente, una vez al mes, a demanda… Si bien es cierto que en ocasiones, según lo que estemos trabajando y cómo se encuentre la persona, le puedo sugerir vernos antes o después de X tiempo o mantener una regularidad concreta.
«Me gustaría tener sesiones de terapia contigo, pero a veces estaré en Granada y a veces no… ¿Podemos tener sesiones a distancia?»
Sin ningún problema. Ya sea porque en ocasiones puedas de forma presencial y en otras no, porque no residas en Granada o porque prefieres que siempre nos veamos sólo en formato online. No habría inconveniente en principio.
«Entonces si para esta terapia es importante la familia … ¿Voy a tener que forzarme a hablar de mi familia o rememorar mi infancia?»
No necesariamente, depende de a qué quieras dedicar el espacio. A veces, hay personas que acuden a consulta explícitamente porque quieren ayuda con temáticas directamente familiares. Pero otras muchas veces vienen por otras cuestiones (por ejemplo, problemas en las relaciones sexo-afectivas, malestar asociado a su momento vital…). Vamos valorando juntas. Si como terapeuta percibo que puede ser relevante pararnos a examinar más sobre la familia, o algún evento concreto del pasado, lo plantearía. Y en caso de que estemos ambas de acuerdo, lo valoraríamos. Pero como decía antes: siempre partiendo de lo que pactemos y acordemos, al ritmo de la persona y en función de sus objetivos.